Sunday, October 14, 2007

EL EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA SE VUELVE A EQUIVOCAR

EL EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA SE VUELVE A EQUIVOCAR
2007-10-14.
Elias Amor Bravo, Economista, ULC

El embajador de España en Cuba ha dejado a los grupos opositores y
disidentes al castrismo, fuera de la recepción que se realiza
tradicionalmente el 12 de octubre en la sede de la embajada en La
Habana. La tesis de Alonso Zaldívar ha vuelto a ganar terreno.

Una tesis, por suerte descabellada, que parte de la idea de que ahora es
el momento de tender puentes de diálogo con los burócratas y altos
funcionarios del régimen castrista, ante una eventual sucesión que no
transición política, lo que va a permitir afianzar la posición española
en la Isla, y desde luego, garantizar y proteger los intereses
económicos de los inversores.

Una tesis que no admite razones para creer que sea la adecuada. ¿Quién
en su sano juicio puede pensar, incluso dentro de los estrechos márgenes
que exige la diplomacia internacional, que los actuales gestores del
régimen castrista van a tener papel alguno en un futuro democrático y de
libertades para Cuba? El embajador Zaldívar ha tenido muy de cerca la
experiencia española: no hace falta ir muy lejos. La clase política
institucionalizada por el franquismo desapareció para dejar paso a una
nueva generación de líderes y organizaciones, con sólidos lazos
internacionales y apoyos internos.

La transición española fue un modelo, lo que el embajador parece
olvidar. De la misma forma que en otros procesos y regímenes, las
elecciones democráticas y el retorno a las libertades van a permitir el
acceso al poder de aquellos a los que ahora el embajador no invita a las
recepciones oficiales. Entonces será muy tarde para rectificar, y las
demandas de reparación estarán plenamente justificadas.

Flaco favor el que hace en el presente el embajador Zaldívar al futuro
de las relaciones entre España y Cuba. Ya se ha visto cuál es la
posición actual: relaciones con el régimen al precio que sea, aunque las
cárceles se llenen periódicamente, y la represión contra los derechos
humanos no se detenga. Aun estamos esperando que desde la embajada
española en La Habana se haga un solo comunicado de protesta por la
situación de los disidentes en las cárceles o los atropellos diarios en
la Isla. Lo que interesa a Zaldívar, y por ende a Zapatero, no es que
haya democracia y libertades en Cuba, sino hablar y entenderse con los
gestores políticos del castrismo. No provocar en ellos el enfado o el
sonrojo al cuestionar un sistema político anacrónico.

Evitar cualquier conflicto con los que no respetan las libertades y los
derechos, y mantener alejados de la sede de la soberanía española a los
que sufren el hostigamiento del gobierno castrista. Imposible de
comprender. Imposible de justificar.

Segunda idea que subyace. Actuar en estos términos es lo mejor para los
intereses económicos españoles en la Isla. Otra vez, nadie en su sano
juicio, puede sostener esta afirmación. Desde el período especial,
cuando se iniciaron por el régimen castrista las primeras tímidas
iniciativas de joint venture para captar inversores extranjeros,
saltándose por supuesto el "bloqueo" de Estados Unidos, el fracaso de
este tipo de operaciones ha sido más que evidente. Los datos son los que
son. Casi el 80% de los empresarios españoles que se habían interesado
por hacer operaciones en la Isla, sobre todo los pequeños y medianos,
han regresado defraudados al comprobar que el modelo económico que
impera en la Isla no es el más adecuado.

Sin un marco de derechos de propiedad bien definido y estable, y en
condiciones de miseria, poco interés tiene cualquier proyecto inversor.
La permanencia de las grandes corporaciones vinculadas al petróleo que
todavía se busca sin encontrarlo; al turismo, que se encuentra por
tercer año consecutivo estancado; o al tabaco, con pésimos rendimientos
y calidades en las principales cosechas, tiene su origen en las
presiones políticas del denominado "socialismo capitalista" del régimen
castrista. Mientras tanto, los cubanos siguen cobrando salarios
miserables, los pensionistas y jubilados malviven y los servicios
públicos educación o sanidad, ven como descienden sus niveles de calidad
por la fuga de talento al exterior.

Lo peor de todo ello es que España, el embajador Zaldívar que representa
sus intereses en La Habana, ha vuelto a actuar sin el consenso o el
acuerdo del resto de socios de la Unión Europea. Habrá que escuchar en
los próximos días a los checos, húngaros o polacos qué piensan de este
tipo de desplantes a los disidentes, sobre todo, cuando han expresado
públicamente su apoyo a estos grupos y la condena del régimen.

Estos países han decidido tomar la iniciativa en el asunto de Cuba, y en
cualquier momento, pueden llegar a apartar la opinión española que tanto
peso e influencia había tenido en la Unión desde que José María Aznar
puso en marcha la denominada Posición Común durante su mandato como
presidente. Es evidente que ya ha pasado el tiempo de las medias tintas.
Uno puede tener sus ideas, el embajador Zaldívar es comunista, y seguro
que en algún momento de su vida ha soñado con el paraíso de la
revolución castrista, pero el presente es muy diferente. Esconderse de
la realidad y afirmar que los "derechos humanos en Cuba han mejorado" es
ir en contra de lo que piensa la gente de sentido común.

Y sobre todo, el embajador Zaldívar debería pensar qué opinan los
españoles de todo ello. Si, los españoles, porque lo que es evidente es
que, una vez más, el PSOE ha perdido contacto con la realidad social de
nuestro país. En España nadie se cree que en Cuba se respeten los
derechos humanos actualmente, nadie otorga la más mínima expectativa de
futuro al castrismo, la mayoría de la población quiere para Cuba lo
mismo que los disidentes a los que el embajador menosprecia: la libertad
y la democracia. Vaya pensando en ello, Sr. Embajador. En el mejor de
los casos en 2008, usted se vuelve para España y entonces, le aseguro,
la política española hacia Cuba será mucho mejor.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=12120

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