Friday, October 12, 2007

La máscara del Che

Publicado el viernes 12 de octubre del 2007

La máscara del Che
VICENTE ECHERRI

Hace unos cuantos años, a punto de entrar en un salón de la Universidad
de Cornell donde tendría una charla sobre Cuba, vi a un estudiante que
terminaba de pintar con tiza en el suelo un esbozo del retrato de
Ernesto ''Che'' Guevara (el retrato de Korda desde luego) como un gesto
de protesta al acto y a mi presencia en la casa de estudios. Recuerdo
que el chico tenía una hermosa melena rubia y la apariencia de quien
proviene de un hogar acomodado, sin la menor traza visible de
subdesarrollo. Pintaba bastante bien. Me encantó el tener la oportunidad
de caminar por encima de su obra de arte un instante después de que la
terminara al tiempo que los anfitriones desembarazaban el local de
decenas de fotos del guerrillero argentino.

Aunque la provocación no pasó de ahí y nadie interrumpió nuestra charla,
yo me quedé pensando en el muchacho; no en ese individuo en particular,
sino en esa especie de chicos sensibles y enfáticos, que se aburren de
la vida cómoda que les ha tocado en suerte tener y que se duelen de las
inevitables injusticias del mundo, como debe haber sido el propio
Guevara cuando vivía en Córdoba e iba a casa de los Moyano, aunque con
una dosis mayor de furia (típica de un latinoamericano) y de arrogancia
(como buen argentino); furia y arrogancia que lo llevaron a pelear y a
morir a la selva boliviana hace por estos días 40 años.

A los que hemos padecido el monstruoso engendro que Guevara ayudó a
crear suele sorprendernos la fascinación que ha ejercido su imagen y su
leyenda (pues de estas dos cosas se trata) a lo largo de casi tres
generaciones, sin darnos cuenta de que la mayoría de los admiradores del
Che lo son muy a distancia y de que la verdadera naturaleza del sujeto,
el resultado práctico de sus ideas, sólo ha ido emergiendo débilmente en
los últimos años cuando se han divulgado más los testimonios de primera
mano. Aunque falta mucho aún para que la historia verdadera de Guevara
rectifique la leyenda del Che (si es que alguna vez ocurre) es
esperanzador comprobar que, en este aniversario, han tenido más lugar
las salvedades que en años anteriores: ''aunque hay quienes lo
consideran un asesino'', empieza a convertirse en una muletilla en la
boca de mucha gente.

Pero el Che Guevara, más allá de la carne y hueso de la trayectoria del
fanático, inepto y criminal que algunos sabemos que fue, es el resultado
de una necesidad espiritual de Occidente en un momento que algunos han
juzgado de decadencia. En ese sentido es una invención del imaginario
colectivo que impone sobre unos rasgos y sobre una azarosa biografía las
frustraciones y los sueños de muchos inconformes, especialmente en ese
tiempo de fermentación social que fueron las décadas del cincuenta y del
sesenta del pasado siglo en Estados Unidos. Yo he dicho más de una vez
que la revolución cubana --independientemente de su realidad histórica--
fue una invención norteamericana que consagraba, en el terreno de la
política, los nuevos modelos que Elvis Presley y James Dean establecían
en un espacio más frívolo. El desaliño que subvirtió al mundo en los
años sesenta ciertamente tiene una cuna histórica en la Sierra Maestra,
pero pervive gracias a que la sociedad norteamericana --y Occidente en
general-- lo metaboliza, lo transforma y lo revende con una nota
glamorosa que sirve, como un juego de espejos, para consolidar al
original. Guevara, más que el propio Castro, es el prototipo de ese
movimiento; porque Castro se eterniza en el poder y envejece; en tanto
el Che --luego de un breve tránsito por el poder en Cuba-- retorna al
terreno de la aventura y tiene la suerte --no para él, pero sí para su
leyenda-- de morirse a tiempo.

De ahí, creo yo, que cualquier esfuerzo por reducir la leyenda del Che a
la infamia de su vida real debe proponerse la deconstrucción de los
mitos y paradigmas de la época que hizo posible esa leyenda. El Che
Guevara, el fanático cruel, el político inepto, el guerrillero fracasado
apenas importan para el que lleva la camiseta o la pancarta con la foto
de Korda. Esta foto es la máscara de un sueño de inconformidad frente a
las convenciones del mundo; el rostro detrás de la máscara se parece más
al jovencito rubio de Cornell.

©Vicente Echerri 2007

http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/102742.html

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