Thursday, October 11, 2007

La vida sigue igual, pero…

SOCIEDAD
La vida sigue igual, pero…

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Mientras el mundo puede
navegar con Internet a los sitios más cercanos o remotos, incluso, a
través de Google entrar al cielo y descubrir estrellas y galaxias, en
Cuba la vida sigue igual.

Al cubano, que es a quien más recio lleva el socialismo, no se le olvida
que Raúl Castro habló de reformas en julio pasado, y sin asombro observa
cómo el marabú sigue creciendo, y la leche no aparece ni pintada en la mesa.

Sin embargo, hay un lugar donde la vida ha cambiado tanto que puede
sorprender a cualquiera, a juzgar por el panorama que se ve. Me refiero
a Miramar, la zona preferida por la nomenclatura para intentar avanzar
económicamente. Se trata de una extraña mezcla de capitalismo y
castrosocialismo que no alcanzo a descifrar.

No importa que La Habana se caiga a pedazos, que el cubano siga
inventando para comer y que la Isla se mantenga a flote milagrosamente,
como un corcho de botella. A pocos kilómetros del centro de la ciudad, a
partir de la Quinta Avenida y calle 3ra. en Miramar, puede verse lo
hermoso, lo aparentemente perfecto, lo moderno y civilizado; paisaje que
termina en la misma entrada de Jaimanitas, vieja y nostálgica playa,
donde el mar languidece de resaca en resaca, junto a las casas
desoladas, siempre a punto de caer.

Casi todas las corporaciones más importantes radican a lo largo de este
extenso tramo de ciudad, un paisaje que se ha transformado en sólo
quince años de "período especial". En él se encuentra la vivienda
principal del Comandante en Jefe y su familia, aún desconocida por el
pueblo; el Palacio de las Convenciones donde se celebran los eventos más
importantes organizados por el gobierno, y las edificaciones para los
negocios de la nomenclatura que antes fueran de cubanos que escaparon
del comunismo.

A continuación del moderno parque de diversiones chino, aún sin nombre,
donde antiguamente estaba el inolvidable Coney Island, proliferan
posiblemente los mejores restaurantes del país, nuevas y elegantísimas
viviendas para hombres de negocio, clubes de recreación prohibidos para
el trabajador cubano, y el edificio del Trade Center, pero sin mucho
ruido y ninguna torre.

Basta consultar las páginas amarillas del directorio telefónico para
comprobar que la vida económica de Cuba no comienza en el viejo mercado
de Cuatro Caminos, ni en el Paseo del Prado, y mucho menos en la Habana
Vieja, sino en la Quinta Avenida de Miramar, donde tiene cabida otra
aristocracia en pleno desarrollo, ajena por completo al cubano de a pie,
y termina, la pobreza de los pobladores de Jaimanitas.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/oct07/11a4.htm

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