Saturday, October 20, 2007

MENSAJE DE RENÉ GÓMEZ MANZANO AL PREMIO LUDOVIC TRARIEUX

MENSAJE DE RENÉ GÓMEZ MANZANO AL PREMIO LUDOVIC TRARIEUX
2007-10-19.
René Gómez Manzano, Abogado Independiente

Ilustres dignatarios y personalidades presentes en este acto de premiación,
Integrantes del Jurado Internacional del Premio Ludovic Trarieux,
Distinguidos colegas,
Señoras y señores,
Queridos amigos:

Me siento muy honrado de tener la posibilidad de dirigirles estas palabras.

Desde luego, hubiera preferido poder hacerlo personalmente, pero si esta
grabación es proyectada en la ceremonia de entrega del premio, ello
significará que esa posibilidad me estuvo vedada por el contumaz
inmovilismo del régimen totalitario cubano, el cual se ufana de
autodefinirse como una dictadura, mantiene las normas constitucionales
que consagran el papel dirigente del partido único sobre el conjunto de
la sociedad y del Estado y no sólo ha borrado de sus textos supralegales
toda alusión al derecho de los nacionales a entrar y salir libremente
del Territorio Nacional, sino que se arroga de hecho la facultad de
autorizar o no cualquier viaje de sus súbditos al extranjero, lo que
implica que se comporta como si los ciudadanos fuesen una especie de
esclavos o siervos de la gleba que sólo pueden hacer aquello que su
señor les autoriza graciosamente.

Por desgracia, así ha sucedido en mi caso, pues a pesar del apoyo
generoso que me prestaron el señor Presidente y los miembros del Jurado,
todas esas gestiones han resultado ahora baldías, en razón de la
negativa del nuevo equipo gobernante del país, encabezado hace ya algo
más de un año por el hermano menor del dirigente histórico de casi medio
siglo, a otorgar a tiempo el "permiso de salida" que se requería para
que yo pudiese viajar a recibir el premio personalmente.

Por consiguiente, puedo afirmar que mi ausencia de esa ceremonia
constituye una prueba más de la triste realidad que vive hoy nuestra
Patria, que, pese a los preocupantes acontecimientos acaecidos en los
últimos años en la fraterna República de Venezuela, continúa siendo en
puridad el único país del Hemisferio Occidental que no disfruta de una
democracia representativa y pluralista, en el cual no se respetan los
derechos humanos internacionalmente reconocidos y el que —por añadidura—
se encuentra sumido en una profundísima crisis.

Señoras y señores: Estas palabras mías no deben ser muy largas, teniendo
en cuenta que en este acto de premiación debe hacer uso de la palabra en
mi nombre el señor Juan Escandell Ramírez. A él y al colega europeo que
deberá acompañarlo los he autorizado para que uno de ambos,
indistintamente, acepte en mi nombre el prestigioso premio internacional
que me ha sido otorgado, así como para que reciba las constancias de su
otorgamiento.

A pesar de esa necesaria brevedad, debo decir que en mi país es notable
la labor de los centenares de organizaciones que de un modo u otro
luchan en pro del respeto de los derechos humanos, pese a la intensa
represión desatada contra ellas por el régimen totalitario, que ha
convertido a Cuba —no obstante su población relativamente pequeña— en el
país occidental con mayor número de presos de conciencia en el mundo.

Todas esas organizaciones, en algunos casos sin estar conscientes de
ello, son seguidoras y continuadoras de la obra inmortal de Ludovic
Trarieux, cuya memoria es perpetuada ahora en este galardón que tanto
prestigio ha venido adquiriendo desde que hace ya más de dos décadas le
fuera otorgado por vez primera al valeroso luchador anti-apartheid
Nelson Mandela.

Creo que es justo y necesario decir que este premio que se me ha
otorgado constituye también un reconocimiento a la notable labor
desplegada por todas esas entidades contestatarias cubanas, a todo lo
largo y ancho de nuestro archipiélago.

Quisiera aprovechar esta ocasión para mencionar específicamente a la
mayor agrupación de organizaciones independientes de nuestro país, la
Asamblea para Promover la Sociedad Civil, que en mayo de 2005 llevó a
cabo en nuestra capital el histórico primer congreso de demócratas
cubanos. Me siento honrado por haber sido y seguir siendo uno de los
tres miembros del Ejecutivo de esa coalición.

También considero un honor haber presidido, desde su fundación y hasta
la actualidad, una de las más de tres centenares y medio de
organizaciones que integran la mencionada Asamblea: como seguramente
ustedes habrán imaginado, me estoy refiriendo a la Corriente
Agramontista, una agrupación de abogados independientes de la que forman
parte actualmente en suelo cubano una veintena de juristas
aproximadamente, a los cuales habría que sumar varias decenas más que se
han visto obligados a emigrar por la represión del régimen totalitario.

Nuestra pequeña Corriente, cuyo nombre se deriva del apellido del
ilustre abogado, libertador y mártir de la independencia cubana Ignacio
Agramonte, caído gloriosamente en combate contra las fuerzas
colonialistas en 1873, puede enorgullecerse de ser la única agrupación
de juristas que lucha expresamente en nuestro suelo en pro del
establecimiento del Estado de Derecho en Cuba, de la independencia del
Poder Judicial, del libre ejercicio de la abogacía, de una Fiscalía que
ajuste su actividad a criterios técnico-jurídicos y no políticos, y del
restablecimiento de los colegios de abogados.

Porque debo decir que en nuestro país, a pesar de que esas instituciones
databan de 1840, los colegios de abogados fueron objeto primeramente de
una llamada "toma revolucionaria" que permitió echar a un lado a sus
directivas democráticamente electas, y después fueron simplemente disueltos.

Tras varios lustros sin contar con alguna institución que los
representase siquiera formalmente, los hombres de leyes cubanos tuvieron
la posibilidad de ingresar a la Unión Nacional de Juristas, institución
que, debido a su carácter declaradamente gobiernista, jamás ha podido
contar en sus filas con la totalidad de los letrados del país, y que,
aunque es formalmente autónoma, en realidad fue creada por el régimen
totalitario a su imagen y semejanza, con el único fin de
institucionalizar el supuesto apoyo de la clase togada al sistema castrista.

También existe la Organización Nacional de Bufetes Colectivos (ONBC),
que encuadra a todos los que ejercen la abogacía, ya que en la Cuba
actual está terminantemente prohibido desde 1974 el libre ejercicio de
nuestra libre profesión.

La falta de legitimación de esas dos instituciones para que se las pueda
considerar como verdaderas representantes de los juristas cubanos, se
pone de manifiesto en un hecho objetivo irrebatible: no se conoce ni un
solo caso en que una o la otra hayan levantado su voz para defender a un
compañero injustamente perseguido; y conste que no han faltado ocasiones
para ello: hasta donde sé, nuestra Patria ha tenido el triste privilegio
de ser el único país cuyos hombres de leyes han sido objeto de una
operación policial en toda regla, dedicada especialmente a ellos, en
cuyo curso fueron arrestados, enjuiciados y sancionados a muchos años de
prisión decenas y decenas de juristas de todo el país.

Este ataque masivo en contra de nuestra profesión recibió el sugestivo
nombre de Operación Toga Sucia. Esta purga de corte estalinista tuvo
otra faceta más: en 1984 fueron formalmente "disueltos" los bufetes
colectivos hasta entonces existentes, y en su lugar fue "creada" una
institución teóricamente "nueva", a la cual los abogados en ejercicio se
vieron obligados a "solicitar su ingreso". Mediante esta treta, 110 de
los cerca de 800 abogados en activo en aquella época fueron separados
del ejercicio profesional.

Como "justificación" de este arbitrario despido masivo se esgrimió el
argumento de que los "no admitidos" no llenaban el requisito establecido
en el Decreto-Ley No. 81 de que el postulante tuviese "condiciones
morales acordes con los principios de nuestra sociedad". En la práctica,
este eufemismo señala la obligación en que se encuentra el abogado
cubano de poseer lo que en el argot castrista se denomina "integración
revolucionaria", que no es más que la aceptación expresa de las
políticas del gobierno y del partido único, así como la pertenencia a
las llamadas "organizaciones de masas", que también apoyan al régimen
que las creó, y en las cuales los ciudadanos son regimentados siguiendo
criterios de vínculo laboral, vecindad, sexo, etcétera.

El mencionado Decreto-Ley sigue vigente hasta hoy, lo que ha servido
para que los dirigentes de la ONBC nieguen la posibilidad de ejercer la
abogacía a aquellos compañeros que no comulgan con el sistema o que
simplemente no son de su agrado; además, es frecuente que aquellos que
forman parte de esa organización y mantienen una actitud contestataria,
sean expulsados de la misma, como en 1995 hicieron con el que les habla
sin siquiera incoar el expediente disciplinario que manda la Ley.

Estas limitaciones llamarán más la atención si las contrastamos con el
reducido número de juristas en activo. Se da la paradoja de que nuestro
país, que es el de mayor cantidad per capita de médicos o deportistas en
toda la América Latina, es al propio tiempo el de menor número de
abogados. Se trata, indudablemente, de una secuela de aquellos tiempos
no tan lejanos en que los personeros del actual régimen enarbolaban
alegremente una consigna pasmosa: "¿Abogados para qué?"

Por lo demás, los agramontistas hemos denunciado la falta de
independencia del aparato encargado de administrar justicia. Se trata no
sólo de una realidad de hecho, sino también de una situación plasmada en
las leyes y basada en criterios teóricos con los que no podemos
comulgar: el actual régimen cubano rechaza expresamente la tripartición
de poderes (que estuvo vigente desde el nacimiento de nuestra República
en 1902) y enarbola en su lugar la concepción monista del Estado; de
acuerdo con el artículo 121 de la vigente Constitución de la República,
"los tribunales constituyen un sistema de órganos estatales,
estructurado con independencia funcional de cualquier otro y subordinado
jerárquicamente a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al Consejo de
Estado". No existen asociaciones profesionales de funcionarios judiciales.

En el plano económico, no es mucho mejor lo que puede decirse del
sistema de trabajo profesional implantado por el régimen castrista;
baste decir que muchos abogados perciben salarios inferiores a los de
trabajadores administrativos, y los mejor pagados reciben emolumentos
que, cambiados en las casas autorizadas al efecto, equivalen a unos
veinte o treinta dólares al mes. Repito el dato para los que tal vez
piensen que he sufrido un lapsus linguae: nuestros colegas mejor pagados
perciben menos de un dólar al día.

Toda esta triste realidad, así como la actitud de la Unión Nacional de
Juristas y de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos (que jamás
han expresado una crítica, sino que se han limitado a aplaudir y apoyar
las medidas del régimen), constituyen la razón de ser de nuestro
movimiento agramontista, el cual ni siquiera está organizado
formalmente, ya que la solicitud hecha al amparo de la vigente Ley de
Asociaciones hace ya más de quince años para constituir la Unión
Agramontista de Cuba no ha sido respondida hasta hoy…

Esto no ha impedido que hayamos efectuado encuentros, realizado estudios
jurídicos y redactado varios memoriales en los cuales hemos solicitado a
las autoridades del país el restablecimiento del libre ejercicio de la
abogacía y la independencia de la Administración de Justicia, una amplia
amnistía para los presos políticos y algunos otros, reformas
legislativas, etcétera.

También hemos editado nuestro boletín, el último número del cual (el 6)
vio la luz a fines del pasado mes de agosto. Desde luego, aquellos de
nosotros que en uno u otro momento hemos estado en aptitud legal para
ello, hemos continuado defendiendo a nuestros hermanos opositores y
activistas de derechos humanos.

También hemos tenido el honor de ser la única agrupación de juristas
cubanos radicados en la Isla que ha solicitado el cese de la persecución
contra compañeros nuestros víctimas de hostigamiento y represión, en
especial de los que han sido arbitrariamente encarcelados. Y debo decir
que no alcanzan los dedos de una mano para contar a los juristas
miembros de la Corriente Agramontista que hemos estado privados de
libertad durante años en uno u otro período.

Permítanme por ello que, como primera petición, les dirija la de que
expresen su solidaridad con el colega que en estos momentos más necesita
de ella, el abogado agramontista Rolando Jiménez Pozada, quien permanece
injustamente encarcelado en la Prisión de El Guayabo, en su natal Isla
de la Juventud, desde abril de 2003 y a quien a principios del presente
año, tras un juicio amañado en el que no le permitieron defenderse a sí
mismo (como lo autorizan las actuales leyes cubanas) y en el cual él ni
siquiera estuvo presente, fue sancionado a doce años de privación de
libertad. Casi está de más decir que cualquier apoyo que ustedes puedan
brindarle a él y a los restantes presos políticos cubanos será motivo de
nuestro reconocimiento más sincero.

Distinguidos amigos: Quisiera que me permitieran dedicar este premio a
aquellos que más han sufrido y sufren por su activismo pacífico en pro
de la democratización de Cuba y del respeto de los derechos humanos de
sus ciudadanos: los presos políticos y de conciencia. Son ellos (los que
integran el tristemente célebre Grupo de los 75 y todos los demás)
quienes deben estar primordialmente en las mentes de nosotros, sus
compañeros de lucha pacífica, y me sentiría muy reconfortado si mis
palabras sirvieran para reafirmar la actitud solidaria que sé que
ustedes han manifestado sistemáticamente y continúan manifestando hacia
todos los que en el mundo son víctimas de la persecución y la violación
de los derechos humanos.

Mesdames et messieurs, à la fin de mon message, je vous prie de me
permettre de prononcer quelques mots en français.

Premièrement, je veux le faire afin de rendre hommage en sa belle langue
à ce grand citoyen de la France, de l'Europe et du Monde dont le Prix
qui vient d'être livré à mon représentant porte le nom illustre. L'œuvre
immense faite par Ludovic Trarieux en luttant contre l'injustice et le
racisme et en créant avec succès la première organisation de défense des
droits humains, cette véritable épopée mérite le souvenir de tous les
hommes et les femmes de bonne volonté, maintenant et toujours; donc je
remplie un véritable devoir en présentant mes hommages à sa mémoire
glorieuse.

Deuxièmement, je veux le faire afin de souligner le grand honneur que le
décernement du prestigieux Prix International Ludovic Trarieux constitue
pour moi, pour mes collègues de la Corriente Agramontista et pour tous
mes compatriotes qui luttent d'une façon pacifique pour le respect des
droits humains et pour le triomphe de la démocratie à Cuba.

Troisièmement, je voudrais vous prier encore une fois de ne pas oublier
le juriste Rolando Jiménez Pozada et les autres trentaines de
prisonniers de conscience cubains, qui souffrent maintenant dans les
geôles de mon pays dans des conditions terribles. Mes amis et moi, nous
sommes sûrs que vous continuerez de leur accorder votre solidarité et
votre appui.*

Merci beaucoup à vous tous!

¡Muchas gracias!

* Señoras y señores, para terminar mi mensaje, les ruego que me permitan
pronunciar algunas palabras en francés.

En primer lugar, quiero hacerlo a fin de rendir homenaje en su bello
idioma a ese gran ciudadano de Francia, de Europa y del Mundo cuyo
nombre ilustre lleva el Premio que acaba de serle entregado a mi
representante. La obra inmensa realizada por Ludovic Trarieux al luchar
contra la injusticia y el racismo y al crear con éxito la primera
organización de defensa de los derechos humanos, esa verdadera epopeya
merece el recuerdo de todos los hombres y mujeres de buena voluntad,
ahora y siempre; por lo tanto, cumplo un verdadero deber al rendirle
homenaje a su gloriosa memoria.

En segundo lugar, deseo hacerlo a fin de subrayar el gran honor que el
otorgamiento del prestigioso Premio Internacional Ludovic Trarieux
representa para mí, para mis colegas de la Corriente Agramontista y para
todos mis compatriotas que luchan pacíficamente en pro del respeto de
los derechos humanos y del triunfo de la democracia en Cuba.

En tercer lugar, quisiera pedirles una vez más que no se olviden del
jurista Rolando Jiménez Pozada ni de las otras treintenas de prisioneros
de conciencia cubanos, que sufren actualmente en las cárceles de mi país
en condiciones terribles. Mis amigos y yo estamos seguros que ustedes
continuarán brindándoles vuestra solidaridad y vuestro apoyo.

¡Muchas gracias a todos ustedes!

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=12232

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