Thursday, October 14, 2010

Frankenstein a la carta

Reformas económicas

Frankenstein a la carta
Marta Santos
La Habana 13-10-2010 - 5:28 pm.

Un nuevo y desesperado modelo económico se cocina. Hablan los observadores.

Un hombre con una pala por una calle de La Habana. (REUTERS)

Las cosas son así: En un año, el Estado socialista despedirá a la cuarta
parte de sus trabajadores. Más menos en ese término de tiempo, un
capitalismo salido de sus faldas deberá absorber la mitad de los
parados, montando a la carrera una plataforma productiva y de servicios
dependiente del propio Estado, a su vez endeudado, falto de liquidez y a
merced de los vaivenes de la economía mundial, incluyendo el embargo
financiero de Washington.

Bajo una retina policial, esa iniciativa privada recibirá de su patrono
una castración impositiva que deberá mantenerla en una adolescencia
acumulativa tal, que no aspire a una adultez independiente y
reivindicativa. ¿Respirará la criatura o está condenada antes de nacer?

Sin atender a los costos políticos que tal estrategia contiene —muchos y
formidables— pocos expertos se atreven a responder de modo categórico. A
priori, no condenan el experimento, pero a cambio ofrecen juicios
sumamente inquietantes para sus patrocinadores. "Si la lista de tipos de
licencias permitidas se ampliara y se crearan nuevas facilidades,
entonces se podría llegar a absorber el medio millón de desempleados
estatales, si bien cuesta trabajo pensar que ello pueda lograse en el
período de un año", vaticinan los economistas Pavel Vidal Alejandro y
Omar Everleny Pérez Villanueva.

Para ambos investigadores, del Centro de Estudios de la Economía Cubana,
de la Universidad de La Habana, "la política económica se encuentra
actualmente ante un dilema similar al de los años 90, pero en
condiciones diferentes". De acuerdo con su enfoque, hace dos décadas la
sociedad financió el abultado déficit fiscal con sus parcos salarios,
que de la noche a la mañana se volatilizaban. Ahora, como es imposible
retrotraer la historia, lo harán enfrentando la destrucción del mercado
laboral y reescribiendo un nuevo pacto social —si eso es posible— en
términos aún no precisados por el poder, que hasta ahora pagaba
simbólicas mensualidades a cambio de esfuerzos simulados.

"La otra diferencia es que la economía no resiste más distorsiones entre
empleo y productividad después de tantos años acumulándose las
consecuencias del ajuste pospuesto. Si no se sale definitivamente del
círculo vicioso entre bajos salarios y baja productividad, la economía
nunca podrá emprender un crecimiento sostenido", sentencian.

La tesis de ambos expertos es una cura de caballo. No queda claro si la
administración de Raúl Castro está dispuesta a llevar el ajuste hasta
las últimas consecuencias, con la escasa protección del paraguas chino o
del venezolano —en dificultades políticas y económicas—, o si calibrará
cada paso en espera de reacciones internas.

Según un artículo de la revista católica Palabra Nueva, el dilema no
puede ser entre "'capitalismo' y 'socialismo', trampa preferida de
inmovilistas y fariseos de la política", sino entre "lo que funciona y
lo que no funciona" para "preservar los beneficios logrados en estos
años y eliminar las políticas contraproducentes".

Pero, ¿qué funcionará?

Boris Moreno, máster en Ciencias Económicas, opina que uno de los
lastres es "la estructura muy poco dinámica de las exportaciones
cubanas, que siempre ha sido un cuello de botella para financiar la
capacidad de importar del país". El experto adiciona más contratiempos:
la disfuncionalidad de la economía planificada que hace que "el modelo
sea ineficiente, aislado del exterior, incapaz de generar divisas, con
una agricultura atrasada y una industria con niveles muy bajos de
eficiencia e incapaz de potenciar las capacidades empresariales".

La izquierda se escandaliza

En un artículo titulado ¿A dónde va Cuba? ¿Hacia el Capitalismo o al
Socialismo?, Jorge Martin, de la Corriente Marxista Internacional,
asegura que tales medidas "amenazan con incrementar la desigualdad,
desarrollar la acumulación de capital privado, minando seriamente la
economía planificada e iniciando un proceso muy poderoso hacia la
restauración del capitalismo".

Martin, quien se muestra pendular en su análisis —de hecho admite que
"una economía planificada no necesita nacionalizar todo, hasta la última
peluquería", concluye que la estrategia no admite inocencias y aúpa la
clásica dicotomía sistémica.

Se abrirá un abismo entre el sector privado y el público. En una
situación donde el Estado no es apto para producir bienes manufacturados
de calidad, el sector privado intentará crecer a expensas del sector
estatal. En otras palabras, los elementos capitalistas crecerán y los
elementos socialistas se replegarán. La idea de que el Estado puede
mantener a los capitalistas bajo control es utópica. "En la medida en
que el sector privado se vuelva más fuerte, los elementos del mercado se
afianzarán más", escribe Martin y remata: "Dos corrientes
contradictorias y mutuamente excluyentes existirán hombro a hombro.
Tarde o temprano una de ellas prevalecerá. ¿Cuál?".

El propio autor no regala especulaciones. "Prevalecerá aquel sector que
logre atraer mayor inversión productiva y, bajo esta premisa, logre
desarrollar un nivel mayor de productividad laboral y mayor eficacia".

"La clave reside en quién dirigirá esta obligada transición; si la
burocracia o la clase obrera con organizaciones independientes. Ese es
el sentido concreto del reclamo por la libertad de asociación y
organización política y gremial de los trabajadores cubanos, cuyas
organizaciones están expropiadas por la burocracia", dispara, por su
parte, Matías Villar, quien escribe para Prensa Obrera Digital.

De acuerdo con Villar, la actual política de ajuste "en tal magnitud
supone un inédito cuadro de tensión social e incertidumbre" todavía más
si pensamos en el destino de las reformas soviéticas. "El estímulo a las
cooperativas, que podrían operar como subcontratistas de las empresas
estatales, se asemeja a la experiencia de la ex URSS en el período
gorbachoviano, cuando éstas fueron el canal de acumulación de capital de
la burocracia, que al mismo tiempo vaciaba el parque estatal".

En el caso cubano, tales cooperativas son de hecho una forma de
penetración del llamado oro de Miami, ávido por implicarse en el tejido
empresarial de la Isla, que, pese a la paranoia oficial, se las ha
agenciado para montar no pocos negocios informales.

"Si llevamos prácticamente cincuenta años con este problema, ¿cuál es la
urgencia que nos obliga a tratar de resolverlo en seis meses con métodos
sin fundamentación técnica alguna?, se pregunta el doctor en ciencias
sociales Lázaro González, residente en la Isla, al abordar la dramática
destrucción del mercado laboral.

El experto acusó de "puro voluntarismo" dicho proceso, calificó de
erróneo cualquier balance de cargas y capacidades laborales por falta de
estudios concienzudos y adujo que los despidos provocarán "malestar,
bolas e incertidumbre".

Mientras, el ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, ha
lanzado una carnada, diciendo que la llamada actualización del modelo
económico podría elevar los salarios en el corto plazo.

http://www.diariodecuba.com/cuba/frankenstein-la-carta

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