Monday, October 11, 2010

Gratuidades y supercherías

Gratuidades y supercherías
Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - En Cuba se ha hablado
constantemente de las supuestas ventajas de la sociedad instaurada en
1959, entre las que se mencionan las llamadas gratuidades en la
educación y la salud pública, así como un pretendido generoso sistema de
seguridad social universal, y precios subvencionados para muchos
servicios y productos, en particular los alimentos.

En el caso de la educación y la salud pública, la propaganda oficial
presenta al Estado convertido en Hada Madrina, que regala sin
contrapartida alguna el bien de la enseñanza y el cuidado de la salud de
los cubanos, cuando en realidad todo es pagado por los ciudadanos
mediante su trabajo, o a través de créditos externos que deberán
abonarse posteriormente con los consabidos intereses. El hecho cierto
es que se trata de una redistribución de los ingresos de la sociedad, en
especial por medio de instrumentos fiscales, con el objetivo de darle
oportunidad a todos los ciudadanos, sin considerar los aportes
individuales, o en algunos casos la falta de esos aportes a la riqueza
nacional.

La política redistributiva del Estado, para dar atención a los sectores
más débiles de la sociedad no apareció en 1959. A pesar de las
deficiencias y gobiernos corruptos de entonces, el número de camas
hospitalarias por habitantes era superior a la mayoría de los países de
América Latina e incluso las disponibilidades de camas públicas
superaban a las privadas, aunque con una injusta distribución regional,
según datos del Censo realizado por el Colegio Médico Nacional, en los
años cincuenta del pasado siglo. Información resaltada por Jacinto
Torras, economista de filiación comunista, en uno de sus trabajos
reeditado en la revista Economía y Desarrollo No. 13 de 1972.

En la mayoría de los países existen políticas encaminadas a la
redistribución de los ingresos. Ciertamente en algunos hay
ineficiencias e inequidades, pero otros poseen altos estándares
ampliamente superiores a los cubanos, sin tanta propaganda.

Algo parecido puede mencionarse en cuanto a la educación, en la que a
pesar de los problemas y las injusticias existentes en la Cuba
pre-revolucionaria, fundamentalmente en zonas rurales, hasta finales de
la década de 1950 había importantes avances en relación con el inicio de
la república en 1902. La educación pública se extendía desde la primaria
a la universidad, con acceso a niveles de conocimiento reconocidos
internacionalmente. No se puede olvidar que en esas instituciones
públicas, sobre todo en los institutos de segunda enseñanza, escuelas de
comercio y universidades, prevaleció un acendrado patriotismo y amor a
la libertad, siendo cunas de rebeldía y defensa de los intereses
democráticos y populares.

Es cierto que a partir de 1959 se realizaron esfuerzos para hacer más
masiva la instrucción y la atención a la salud, aunque lamentablemente
en considerable medida para fines propagandísticos, y en el caso del
magisterio con objetivos doctrinarios. Al perderse las enormes
subvenciones de la Unión Soviética y los países del este de Europa, se
deterioraron notablemente esos decisivos sectores de la vida nacional.
El nivel de la educación cayó por la fuga masiva de maestros y
profesores hacia otras áreas económicas en procura de mejores ingresos y
la persistencia de métodos pedagógicos desfasados, lo cual el gobierno
trató de enfrentar con soluciones absurdas como la implantación de
maestros emergentes e integrales; uniéndose estas contraproducentes
determinaciones a males de larga data: las escuelas en el campo, el
envío de los estudiantes a labores agrícolas por largos períodos, la
carencia de recursos, la destrucción progresiva de las instalaciones
educacionales por falta de mantenimiento y reposición, y una concepción
del magisterio absolutamente dogmatica, permeada de altas dosis
ideológicas.

El descenso de la instrucción es ya muy palpable y ha obligado al
gobierno a efectuar determinadas rectificaciones. Los fallos se han
evidenciado notablemente en los dos últimos años hasta en exámenes de
ortografía realizados a alumnos a punto de graduarse en las
universidades, donde el fracaso ha sido escandaloso.

También resulta impactante la alta cantidad de suspensos en los exámenes
de español, matemática e historia realizados para el ingreso a los altos
centros docentes este año. Prueba fehaciente del bajo nivel existente en
los niveles primarios y secundarios de la educación cubana.

Al mismo tiempo resalta el atraso en la enseñanza cubana con respecto a
otros países. Mientras en Uruguay, Brasil, Perú y Venezuela se entrega o
proyecta entregarse masivamente computadoras a los alumnos y el acceso a
Internet es usual, en Cuba no fue hasta abril de 2008 que se permitió la
venta de computadoras a la población, pero en moneda convertible y a
precios elevadísimos.

Paralelamente, no se permite Internet en los hogares, y sólo se brinda
intranet a personas autorizadas de las esferas médico-científica y
cultural. Si bien la educación clásica con el profesor y el aula siguen
teniendo importancia, es insuficiente debido al avance de los
conocimientos y la tecnología. Hoy, sin acceso a Internet resulta
difícil la preparación de estudiantes y profesionales competentes.

Igual panorama existe en la salud pública, donde hubo indudables avances
a partir de 1959, basados fundamentalmente en logros anteriores a esa
fecha, que colocaron a Cuba en posiciones destacadas en América Latina
en los años cincuenta, como fueron la cantidad de habitantes por
medico, el índice de mortalidad infantil al nacer y la esperanza de
vida. Lamentablemente, con la caída de la economía, la calidad de la
asistencia médica ha descendido notablemente, acompañada por la falta de
medicamentos, el deterioro de policlínicas y hospitales, la falta de
higiene, la ausencia de interés laboral por la baja retribución
económica al personal, y el envío masivo de los profesionales a trabajar
al exterior. Esto último es consecuencia de la carencia de bienes
exportables, por lo que se ha convertido en la primera actividad
captadora de divisas en el exterior, con un sensible debilitamiento de
la asistencia médica interna.

La falta de recursos y el descenso en la creación de riquezas no sólo ha
afectado esas esferas, sino también casi ha reducido a la nada los
beneficios existentes en la seguridad y la asistencia social. En el
caso de los jubilados, la pensión promedio no rebasa el equivalente a 12
dólares mensuales y la asistencia social por núcleo beneficiado
resulta inferior. De igual forma, el monto del financiamiento para
subvencionar los precios de los productos vendidos por el sistema del
racionamiento ser reducen, al sacarlos de ese sistema.

Nada se ha entregado gratis, sino es una consecuencia de la
redistribución de la riqueza. No se puede distribuir lo que no existe,
lo que no se crea.

http://www.cubanet.org/CNews/year2010/Oct2010/11_C_4.html

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