Friday, October 08, 2010

Vargas Llosa y Cuba, memoria y visibilidad

Nobel de Literatura

Vargas Llosa y Cuba, memoria y visibilidad
Michael H. Miranda
Houston 08-10-2010 - 6:31 pm.

Muchos años después, ante un joven entrevistador cubano, Mario Vargas
Llosa tuvo a bien preguntar por La Habana. Fue él entonces el
interrogador. El novelista quería saber, recordó un sitio, unos cuerpos
por La Rampa, indagó por una ciudad ya inexistente, habitable y habitada
sólo en su memoria, una plaza de hallazgos aciagos, el escenario de una
batalla que no ha terminado.

La evocación habanera del ahora —al fin— Premio Nobel destrenza una
serie de encontronazos que presumo se avivarán tras la noticia del
galardón. Ya circulan algunos comentarios echados a rodar desde esos
estrechos círculos tropicales de poder: la cosa huele a algo que va más
allá de la literatura.

Para La Habana siempre habrá un algo más allá de la literatura, incluso
cuando ni siquiera haya literatura en serio. Pero Vargas Llosa debería
estar muy tranquilo. Ha sido el hombre de letras, ha encarnado un
oficio, ha sobrevivido a su propio agotamiento y ha terminado
imponiéndose en una carrera de resistencia que, no lo olvidemos, tuvo en
su primer tramo su momento más memorable, justo antes de que la
Revolución lo criminalizara.

Ante todo tendríamos que preguntarnos cómo ha sido leído Vargas Llosa
desde Cuba. Sus novelas llegaron siempre a destiempo, aunque para ese
entonces ya habíamos aprendido también a leer en negativo, en el envés
de ciertas páginas, a esquivar con un titular del diario Granma el ojo
del que acusa.

¿Cómo leer al escritor que trata forzosamente de recuperar ese mismo
pasado que va a ser acuchillado cada día por el poder?

La relación difícil de los escritores del boom con la Revolución cubana
se funda en el equívoco ancestral iberoamericano de la posibilidad
prometida de redención por el poder. Y sin embargo el entramado de esa
relación describe la misma curva enfática de todas las hipocresías de
manual.

A posteriori podemos inquirir y con crudeza qué hacía Vargas Llosa
entusiasmándose con un proceso que apenas en octubre de 1959 ya había
adquirido ribetes de farsa. La Revolución cubana fue y sigue siendo lo
que Vargas Llosa ha denunciado que fue la Unión Soviética en su momento
a ras global: el mayor —y por lógica el peor— reto para las democracias
latinoamericanas. Esos mismos revolucionarios no le iban a perdonar
después su demasiada visibilidad, su activismo político de signo
contrario que alcanzó a rozar la presidencia de Perú, mucho menos su
éxito económico si ello significaba que no iba a dejar un peso a las
arcas del desmantelado Departamento América.

Esa misma visibilidad política tan incómoda para el castrismo hizo que
la Academia demorara un veredicto de tanta justicia. Arthur Lundkvist
había jurado que Jorge Luis Borges no se llevaría el Premio mientras
estuviera él para impedirlo. Para escarnio de los suecos, Borges murió
primero que el tal Lundkvist.

Vargas Llosa sobrevivió a ambos y ha dejado un par de novelas que
podemos tranquilamente considerar obras maestras. Otras cuatro o cinco
son bastante memorables y bastarían para dejar una huella en las letras
hispanas, para asegurarse la posteridad. Y ya sabemos que a veces ni
siquiera es necesario un libro para ser calificado como un clásico. Pero
la Academia sueca había venido devaluando su premio al cual se podía
aspirar sin tener siquiera sesenta años. Lo cual sería una muy buena
noticia si Julio Cortázar y Roberto Bolaño no hubieran muerto tan jóvenes.

Los cubanos que amamos la libertad no tenemos motivos para sentir
indiferencia por el otorgamiento de este Premio a Mario Vargas Llosa.
Porque pocos intelectuales, escritores o artistas, han mostrado una
persistencia mayor en denunciar la naturaleza represiva del régimen de
La Habana. Y porque imaginamos cuánto puede doler una noticia así en las
cavernas del torturador, allí donde surgen/suceden las oscuras tramas de
la vida real, esas historias de resistencia del individuo ante el poder
que Vargas Llosa ha puesto en varias de sus novelas.

http://www.diariodecuba.com/cultura/vargas-llosa-y-cuba-memoria-y-visibilidad

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